viernes, 26 de septiembre de 2008

Robo de bolígrafos: una aproximación científica

Para acabar la semana con humor, cuelgo un trabajo de investigación que realicé en el IREC mientras hacía la tesis. Los datos son reales: el estudio se realizó tal cual se cuenta.

SHORT COMMUNICATION
Supervivencia de bolígrafos en el despacho de un centro de investigación en España

Autor: Syngamus

INTRODUCCIÓN
La desaparición de bolígrafos y otros bienes fungibles o consumibles en centros de trabajo o investigación privados y públicos es un fenómeno bien conocido pero sobre el cual no se ha hecho, según creemos, ningún estudio científico en España (Norte de África) ni en Portugal.
El autor, durante sus cuatro años de elaboración de tesis doctoral, sufrió variopintos incidentes en sus carnes, pero quizá frente a ninguno de ellos se haya sentido tan impotente como con la sistemática desaparición de bolígrafos, lapiceros, rotuladores y otras máquinas de escribir de su cubilete para almacenar dicho material. Muchos de ellos, marcados con su nombre por precaución, han aparecido en las más diversas localizaciones, como otros despachos, laboratorios y sala de necropsias (unpublished data), e incluso existe la sospecha de que más de uno haya acabado entre el mondongo de algún jabalí (pers. obs.).
Es por ello que el autor se decidió a conocer, aplicando para ello el método científico empírico cartesiano, las tasas reales y causas de desaparición de los bolígrafos de su cubilete.

MATERIAL Y MÉTODOS
La zona de estudio se limitó a la sección de Patología del edificio del IREC. La falta de confianza para pasearse por otros despachos impidió ampliar la zona a la totalidad del centro.
Catorce Bolígrafos (Bolis hereafter) Bic Cristal © de color azul (Fig. 1) se situaron en un cubilete negro de base cuadrada de 8 x 4 x 4 cm.
Fig 1. Boli BIC Cristal (escribe normal) como los empleados en el presente estudio

Dichos Bolis se numeraron en su base con rotulador indeleble (que desapareció a su vez al poco tiempo) y fueron colocando de tal manera que, cuando fue posible, siempre permanecieron tres de los mismos en el cubilete. Dicho cubilete se mantuvo centrado y en posición evidente sobre la mesa del autor durante todo el estudio. Cuando un Boli desaparecía, éste era buscado cuanto antes por la zona de estudio. Cuando la predación no fue observada directamente, se asignó la autoría del hurto o predación al dueño de la mesa en la cual apareció el Boli. Se utilizó el método de Kaplan-Meyer para estudiar la probabilidad de supervivencia de los Bolis y las diferencias en función de la causa de desaparición con el paquete de Statistica y el mío propio.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La supervivencia de los Bolis fue de 12.4 ± 8.1 días (Fig. 2). No existen trabajos con los que comparar, aunque desde luego al autor le resulta corta de cojones.

Fig 2. Probabilidad de supervivencia de un Boli en el IREC.

En cuanto a la causas de predación, nuestros resultados confirman al compañero de tesis del autor (Sus murcianus) como principal predador de Bolis (ver Fig.3), si bien es cierto que el hecho de compartir despacho con el autor y estar más próximo al cubilete sesgará los resultados.

Fig. 3. Predadores de bolígrafos confirmados.



Para nuestra sorpresa, el Lucentinum sp., una especie que ha colonizado la zona recientemente, se ha revelado como un importante predador de Bolis. Por el contrario, los resultados muestran que el director de la tesis del autor (Macrocephalus donostiarris) no roba tantos Bolis como los otros becarios creían (yo no pensaba así, por supuesto). Este fue el único caso de predación observado por el autor directamente. También ha resultado sorpresivo el hecho de que la posdoc Sabelototum germanicum, una mujer de origen alemán, pueblo educado donde los haya, también cayese en esta práctica.
Sin embargo, creemos que el resultado más relevante es el hecho de que un 43% de los Bolis no hayan aparecido en el entorno de Patología, lo que indica la actuación de predadores dispersantes, bien del departamento de Genética, bien del de Ecología, bien en jóvenes machos en prácticas, que merodean y acechan a la búsqueda del jugoso material fungible.
No se hallaron diferencias en la supervivencia en función de la causa de desaparición, lo de lo que se infiere que son todos igual de chorizos.
Más investigación se revela necesaria para conocer otros chorizos de Bolis, así como la causa de desaparición de otro material, como por ejemplo el de necropsias. Se está contemplando para ello bien colocar Bolis con cepo amortiguado, cámara trampa, o bien su marcaje radiactivo.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

"Zoología Cinegética Española" de 1949

Cae en mis manos una joya: "Zoología cinegética española. Tomo I: Mamíferos (Fauna de caza de pelo)", por Luis Pardo. Librería Internacional de Romo, Madrid, 1949.

Antes de que se me adelante nadie, diré yo el tópico: eran otros tiempos. Pero amigo, estos tiempos acabaron hace apenas 30 años, pues recordemos que la "Ley de alimañas" de 1953, que permitía la caza de toda especie considerada dañina, no se substituyó por una nueva hasta 1973.

Volviendo a lo que nos ocupa, daré primero la información curricular del autor, como se puede consultar en la primera página del libro: Licenciado en Ciencias Naturales, Secretario de la Federación Española de Caza, ex Asesor técnico del I Consejo Superior de Caza y Pesca, ex Redactor Jefe del Boletín de Pesca y Caza de la Dirección General.

La primera sorpresa que me produce es abrir a volapié por la página que presenta la siguiente figura, ver que se refiere al lobo y que habla de provincias fuerte y débilmente infectadas :
¿Se referirá a la sarna? ¿Al quiste hidatídico, quizá? No, se refiere a infectadas de lobos. Esto me disipa rápidamente dudas sobre lo que me espera.
(Para los curiosos, de las provincias en blanco carecía de datos el autor).

Remarcaré que se cita que el lobo produce unas pérdidas anuales de unos 24 millones de pesetas, y no cabe duda de que en tiempos de posguerra el mundo rural no estaba para conservacionismos. El autor también discute si es mejor para su exterminación el rifle, el veneno, el cepo o el lazo. Y termina diciendo que “sólo cuando su número haya decrecido considerablemente y venga a constituir una curiosidad faunística, será el momento, como ahora con el oso, de cuidar que no se extinga completamente.

Desde el punto de vista zoológico, cabe destacar la insistencia del autor, basándose casi siempre, eso sí, en otros autores como Ángel Cabrera, y posiblemente en consecuencia con las modas zoológicas antiguas, de dividir la mayoría de las especies en subespecies o en dos especies: habría Canis lupus signatus y C. l. deitanus; Felis sylvestris y F. s. tartessia; Genetta genetta, G. g. hispanica, G. g. balearica y G. g. rhodanica; o dividir a las comadrejas en Mustela nivalis y una tal Mustela iberica (que parece que era igual pero con los pies blancos), por poner sólo algunos ejemplos.

Estas últimas especies engrosan mi capítulo favorito, que tiene por nombre (por supuesto)
“LAS ALIMAÑAS”:

“Conjuntamente son denominas así una serie de feriecillas de medianas, pequeñas y aun diminutas dimensiones, verdadero azote de la caza menor y de los corrales de cortijos y masías”. Posteriormente se utiliza para denominarlos epítetos como bichos o animalejos.
En este capítulo se enumeran casi todos los mustélidos, junto con la gineta y meloncillo (al que erróneamente se le categoriza como vivérrido), y se incluyen asimismo la ardilla (“de carne excelente, su importancia peletera no es demasiado importante”) y el topo. Cabe destacar algún error de categoría, no achacable a la antigüedad de la obra, como la afirmación de que al meloncillo (al que se da el nombre científico de Mungos ichneumon, ahora Herpestes ichneumon) “rara vez se ve, pero más que por su escasez, por sus costumbre absolutamente nocturnas”. Precisamente el meloncillo es el único carnívoro ibérico de costumbres prácticamente estrictamente diurnas. Y la gente de campo de la época lo sabría tan bien como lo saben ahora.

Otro comentario curioso al respecto de la gineta es aquél que habla sobre “las variaciones que presentan las características manchas que su piel ostenta, cuyo detalle no interesa dar por ser puramente de valor zoológico”… ¡¡Rayos, juraría que el libro se titulaba “Zoología cinegética”!!

La parte dedicada a ungulados no resulta demasiado interesante, pues el punto de vista respecto a ellos no ha cambiado mucho en nuestros días. Quizá el dato más interesante se da al respecto del bucardo, y sería una observación de Cabrera respecto a que en 1907 quedaban 8 ó 9 ejemplares en Ordesa.

Desde el punto de vista peletero, caber destacar que “la piel de lince es muy solicitada en peletería por su escasez, utilizándose principalmente para adornos, sobre todo la región ventral, cuyo pelaje es más blanco y sedoso; la piel entera se emplea también a guisa de alfombra”, mientras que la del pobre gato montés “es menos apreciada… y se usa para la confección de mantas para coche y viaje”. El precio de las pieles era el siguiente: gato montés, 40 pesetas; marta, 700; garduña y nutria, 300; turón, 60; y gineta, 50 pesetas de las antiquísimas. No se da dato sobre el precio de la de lince.

Y desde el punto de vista político, cabe destacar comentarios profusos como los de Guerra de Liberación o nefasta época y funestos tiempos para referirse a la II República, que no entraré a juzgar, pero que me parece que quedan fuera de lugar en un libro con pretensiones científicas.
En conclusión, su lectura ha sido toda una experiencia antropológica, sociológica e histórica, más que zoológica.
Lectura recomendada (de acceso gratuito): Al borde de la extinción. Jiménez y Delibes (editores), 2005.

sábado, 13 de septiembre de 2008

El pollo ha salido del nido

Uno de aquellos pollos de garza imperial que anillamos en S'Albufera ha sido fotografiado, ya crecido, en S'Albufereta, otra zona húmeda protegida de Mallorca.

Aquí, las fotos tomadas por un ornitólogo:



lunes, 8 de septiembre de 2008

¿Hacen trampas los editores?

Recientemente escribí a un editor: habíamos enviado un artículo hacía 3 meses y no teníamos novedades. Antiguamente esto no se consideraba un gran retraso. Hoy en día, con todo el proceso funcionando on-line, sí lo es.
El editor no contesta a mi e-mail, pero a los dos días resulta que tenemos respuesta electrónica a nuestro artículo. Aceptado con cambios menores. Vienen adjuntos, como es lo suyo, los comentarios de los dos revisores (o referees). Uno de ellos hace críticas muy constructivas, y encuentra algún error que ayuda a mejorar el artículo, no hay duda. Los comentarios del segundo referee dicen así:

"The methodology is sound, and the conclusions are justified. I have no significant concerns regarding this work or the manuscript" (La metodología es sólida y las conclusiones son justificadas. No veo problemas significativos en este trabajo o el manuscrito).
Primero pensé: qué referee más vago o más ignorante. No es posible que no tenga ningún comentario.
Ahora me asalta la duda: ¿redactó el propio editor ese comentario para ocultar que el segundo revisor no había mandado sus comentarios en un plazo razonable?
No es una revista cualquiera. Su factor de impacto es 1,9. Pero es que he publicado en otra revista (su editor en jefe es un investigador de prestigio) que ya en dos ocasiones me ha aceptado sendos artículos tal cual los envié, sin cambios (también a un colega al que le recomedé publicar allí- me debe una birra). Y bueno, no existe el paper perfecto y menos en mi caso, así que siempre me queda la duda de si los envía siquiera a revisar.
¿Cuántas trampas se ocultan en el proceso de revisión por pares...?
Imagen de aquí.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Contestando a un referee

PhD Comics es definitivamente genial. Aquí os dejo lo que se debe y no se debe contestar a un referee (el revisor externo de una revista científica):


sábado, 6 de septiembre de 2008

Mapas de ciencia

Leyendo el blog Journalology encuentro un enlace a Worldmapper, página en la que puedes encontrar mapamundis en los que el tamaño del país representa su importancia relativa en diversas categorías (población, riqueza, enfermedades, etc.). Por ejemplo, el número de personas infectadas por tuberculosis en 2004 sería así:

Vemos que la mayor proporción se encuentra en países africanos y asiáticos, pero el tamaño de España y Portugal no es nada despreciable respecto a los países de su entorno.

En su sección de educación aparecen dos mapas relativos a la producción científica:

-Número de artículos por millón de habitantes (datos de 2001):
Aquí, el ranking:

-Evolución del número de papers publicados por millón de habitantes entre 1990 y 2001 (en donde España sale mejor parada):

El ranking:

Es decir, que en España se publicaron en 2001 unos 8500 artículos científicos más que en 1994.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Sobre los autores de un paper


Traducción libre propia:

LA LISTA DE AUTORES: Dando el crédito donde es debido.
El primer autor: Doctorando de último año. Hizo las Figuras.
El segundo autor: Doctorando del laboratorio que no tiene nada que ver con el proyecto, pero que fue incluído porque él/ella se deja caer por las reuniones del grupo (normalmente por la comida).
El tercer autor: Doctorando de primer año, que hizo de hecho los experimentos, realizó los análisis y redactó el artículo entero. Cree que ir de tercer autor es "justo".
El autor del medio: Nombre de autor que nadie lee realmente. Reservado para estudiantes y técnicos.
El penúltimo autor: Ambiguo profesor ayudante o posdoc que instigó el paper.
El último autor: El gran jefe. Ni siquiera se ha leído el paper pero ¡eh!, consiguió los fondos y su famoso nombre hizo que aceptaran el artículo.

Dedicado a mi codirector de tesis, si algún día lee esto...

Visto aquí, original de Phd Comics.

domingo, 31 de agosto de 2008

Oda a la calabaza

Algunos días, me siento junto al huerto y no puedo evitar sentirme así:



("Amanece, que no es poco". José Luis Cuerda, 1988).

domingo, 24 de agosto de 2008

Un problema patológico

Sí, de nuevo sobre periodistas. Leo en El País de hoy, sección de deportes, al respecto del poco éxito de algunas secciones deportivas españolas en estas olimpiadas: "... en el caso de la natación parece que sea un problema patológico".

Del diccionario de la R.A.E.:
patológico, ca.
(Del gr. παθολογικoς).
1. adj. Perteneciente o relativo a la patología.
2. adj. Que se convierte en enfermedad.
¿Querría decir que era un problema crónico, tal vez? Creo que el que tiene un problema patológico es el autor del artículo.

Fuera de programa: en el mismo diario, respecto al accidente de Spanair: "Volar tiene algo de atávico".

Again, del diccionario de la R.A.E.:
atávico: Perteneciente o relativo al atavismo.
atavismo.
(Del lat. atăvus, cuarto abuelo, antepasado).
1. m. Semejanza con los abuelos o antepasados lejanos.
2. m. Tendencia a imitar o a mantener formas de vida, costumbres, etc., arcaicas.
3. m. Biol. Reaparición en los seres vivos de caracteres propios de sus ascendientes más o menos remotos.

¿Volar es atávico? Encender un fuego, cazar un animal... quizá sea atávico, pero ¿volar? ¿Los antepasados de esta periodista eran pterosaurios? ¿O no sabe qué significa atávico, pero lo leyó un día y le pareció una expresión guay?


sábado, 23 de agosto de 2008

Periodistas, ciencia y ¿para qué consultar un libro?

Hace ya 5 ó 6 años escribí una carta al director de El País (que por supuesto no publicaron) pues, en un artículo a doble página central sobre la desgracia que supuso para miles de animales el vertido del Exxon Valdez, el autor del texto evidentemente había tomado un texto anglosajón y lo había fusilado tal cual, sin vergüenza ninguna. No sólo eso, sino que no se había preocupado de consultar el nombre de las especies citadas en castellano, y había traducido los nombres en inglés como Zeus le había dado a entender. Recuerdo vagamente algún ejemplo, como por ejemplo que se hablaba de un "pichón de Guillemot" que, tras investigar brevemente en internet, comprendí que se refería a un tipo de arao, el arao palomo (Cepphus columba), que en inglés se llama Pigeon Guillemot. Este ave no tiene nada que ver con las palomas, a parte de su lejano parecido que dio pie a los naturalistas clásicos a ponerle el apellido de columba. Errores como éste creo que recogí cerca de la docena, además de otros, como el de un pie de foto, que hablaba de focas tratándose de leones marinos.

Hoy he encontrado un caso similar. En las páginas de "ciencia" de elmundo.es se recoge una iniciativa de fotógrafos de naturaleza: http://www.wild-wonders.com. En la noticia, se muestran algunas de las fotografías de esta página web y, por supuesto, el periodista no se ha molestado en traducir correctamente el nombre de las especies fotografiadas (excepto en el caso del jabalí, el oso pardo o la marta, que no tienen gran dificultad). Como ejemplo:

En la foto aparece un pigargo (Haliaetus albicilla), al que se le da el nombre de "águila cola-blanca de mar", que es la traducción literal y desafortunada de "white-tailed sea eagle".
También se habla del "colimbo rojo" (de "red-throated diver"- podría haber sido consecuente y llamarlo "buceador de garganta roja"), que en castellano se llama colimbo chico (Gavia stellata).

Como no sé mucho de plantas, no he pillado ningún gazapo en las fotos de ese tipo, pero juraría que cualquier entendido encontrará varios.

Y una última cosa: ¿podría alguien explicarles que los nombres científicos se escriben entre paréntesis y en cursiva, y no con negrita, entrecomillados, ni subrayados?

lunes, 18 de agosto de 2008

Un pollo de búho chico

La otra noche, cenando en un chalet en Costitx (Mallorca), al ornitológico grupo presente nos amenizó la velada la repetida llamada de un pollo de búho chico (Asio otus), pidiendo el cebo a sus padres.

Aquí, un breve vídeo que le grabó el anfitrión:

martes, 5 de agosto de 2008

De exploradores, pingüinos, lagópodos y vermes

Cuando comencé la lectura de “El peor viaje del mundo”, regalo de la Viajera Involuntaria, no podía esperarme que, muy indirectamente, yo pudiera estar relacionado con la famosa y trágica expedición inglesa al polo Sur dirigida por Scott entre 1910 y 1913.
El autor del libro, Apsley Cherry-Garrard, con 24 años, fue uno de los más jóvenes miembros de aquella expedición.

Apsley Cherry-Garrard

Aunque fue rechazado por dos veces por su miopía, a pesar de haber ofrecido 1000 libras a Scott para gastos de la expedición (este hecho no era insólito, pues estas expediciones, pese a ser británicas, contaban con poca ayuda oficial), fue aceptado en el último momento por la insistencia del jefe científico de la expedición, Edward Wildson, y porque a Scott le impresionó que Cherry cediera las 1000 libras pese a haber sido rechazado. Así que, sin otros estudios que lenguas clásicas e historia moderna cursados en Oxford, fue enrolado en calidad de “zoólogo adjunto” de Wilson.
Cherry-Garrard con uno de los ponys utilizados. El destino de estos ponys fue un tanto aciago: los llevaron hasta donde dieron sus fuerzas, para luego ser sacrificados y convertidos en comida para los perros de trineo.


Cherry volvería vivo del polo tras dos años y medio de indescriptibles esfuerzos en condiciones extremas, pero muy debilitado física y mentalmente, esto último debido a las terribles dudas que le asolaron toda su vida sobre si podrían haber hecho más por salvar la vida del "grupo del polo" (los cinco expedicionarios que murieron tras alcanzar el polo después de Amundsen, incluyendo a Scott y a su protector, Wilson). Fue precisamente la redacción de “El peor viaje del mundo”, relato pormenorizado de aquellos dos años y medio, lo que sacó a Cherry de la depresión y la postración en cama. En este libro se detalla con precisión exhaustiva (la intención del autor, como él mismo afirma en la introducción, es que sirva de guía de viaje a futuros exploradores polares) cada gramo de mantequilla repartido, grado centígrado soportado o milla recorrida, el comportamiento de los perros de trineo, la alimentación de los ponies, la velocidad del viento diaria, la ventaja o desventaja de cierto material para los patines de los trineos, la tienda de campaña o la boca de la chimenea, la idoneidad de una u otra ruta, la ventaja de cierta alimentación frente a otra, y así todos los aspectos de la vida en condiciones antárticas en general, y en las actividades realizadas en aquella expedición en particular.


Llegados a este punto, es importante recalcar que, si bien Amundsen tenía como único objetivo ser el primero en alcanzar el polo Sur, la expedición inglesa tenía fines científicos diversos (zoológicos, meteorológicos, geológicos, …) y la conquista del polo era sólo una de sus metas, aunque quizá la más importante. Por ejemplo, en el diario de Wilson (que como se ha dicho formó parte del grupo del polo y que murió como el resto de sus compañeros) no se hace ninguna referencia al hecho de que los noruegos hubieran llegado antes al polo, lo que demuestra lo poco importante que era para él el hito de ser los primeros en alcanzar el punto más al sur del planeta, en comparación con los objetivos científicos, como veremos más adelante. Scott y Bowers, ambos oficiales británicos, sí muestran cierta desazón en sus diarios, motivada en cierto modo por su orgullo militar.
Rutas de Amundsen y Scott.

Y es que la cantidad de información científica que recogió esta expedición fue inmensa. Poseían estaciones meteorológicas que visitaban a diario, incluso en el invierno austral, para anotar sus registros. Se realizaron pequeñas expediciones a puntos diversos a recoger material geológico (el grupo del polo arrastró hasta el último día 14 kilos de muestras de rocas que habían ido tomando por petición expresa de Wilson). Siempre que podían lanzaban redes de arrastre al mar para obtener y describir especies marinas. Anotaban cualquier observación de ave o mamífero, por nimia que pareciera.

La cabaña en el cabo Evans. En el centro, Cherry-Garrard.


Muchos hombres (científicos algunos, pero también militares o marinos) arriesgaron sus vidas por tomar ciertas muestras o registrar información. Cabe mencionar a este respecto que Cherry critica en el libro que mucha información se recabó más por honor y celo que por espíritu científico, pues muchos de los expedicionarios no eran hombres de ciencia, sino militares o aventureros como él. Y es que la expedición, como se ha dicho, contó con poco apoyo institucional y debía confiar en gente como Cherry (voluntarioso y eficiente pero carente de formación científica) para muchas de las actividades de investigación. El libro recoge interesantes y sorprendentes comentarios sobre comportamiento y enfermedades de focas, pingüinos o aves marinas.
El máximo exponente de este riesgo extremo al que se expusieron aquellos hombres por la ciencia lo constituye el llamado “viaje de invierno”, en el cual Wilson, Cherry y el teniente Bowers recorrieron entre julio y agosto de 1911, en pleno invierno polar, en medio de la oscuridad permanente, entre ventiscas inimaginables y temperaturas de hasta 60 grados bajo cero, los 240 kilómetros (ida y vuelta) necesarios para llegar desde su base en el Cabo Evans hasta el Cabo Crozier, y volver con vida. ¿Y con qué fin? Recoger huevos de pingüino emperador (Aptenodytes forsteri).


Bowers, Wilson y Cherry, preparados para comenzar "el peor viaje del mundo".

Como se relata en el libro, Wilson y compañía soportaron lo insoportable. Su ropa estaba permanentemente húmeda; debían introducirse cada noche en un saco de dormir congelado y descongelarlo con su propio calor, para poder dormir en un saco mojado; tardaban minutos en realizar acciones básicas como atarse las botas, y durante ese tiempo se les congelaban los dedos; sufrieron congelaciones graves, y un frío que no alcanzo a imaginar. La ausencia de gérmenes en el polo les salvó de morir de pulmonía pues todo estaba permanentemente mojado o congelado. Al terrible frío hay que añadir la dificultad de orientarse por un territorio ignoto, permanentemente de noche, y con los medios técnicos de hace 100 años.

Dibujo de Wilson, representando "el peor viaje del mundo".

Cada cierto tiempo debían parar, encender una cerilla y comprobar la brújula. Sólo la suerte les salvó de caer en alguna de las simas y grietas tan frecuentes en la Barrera de hielo por la que caminaban. ¿Y todo esto, por qué? Como se ha dicho, Bowers y Cherry por honor y compañerismo. Wilson, para conseguir lo que en aquel tiempo constituía el grial del zoólogo. Y es que en aquella época se consideraba (incorrectamente) al pingüino emperador el ave más primitiva. Además, y también incorrectamente, se consideraba que la ontogenia reflejaba la filogenia, por lo que un embrión de emperador podía dar luz al eslabón perdido entre las aves y los dinosaurios. Como Wilson había observado en una expedición anterior que en primavera la colonia de emperadores no tenía huevos sino pollos, dedujo que la puesta debía de ser en invierno, como en efecto es. Así que, para conseguir uno de esos preciados huevos, debían visitar el cabo Crozier en invierno. Al final consiguieron cinco huevos, dos de los cuales se les rompieron en el refugio que construyeron en el cabo. Y consiguieron volver con vida al cabo Evans, lo cual no era cuestión baladí. De hecho, la ventisca les arrastró la tienda de campaña que hacía de techo en la cabaña. Si, por puro azar no la hubieran encontrado cuando terminó la ventisca, nunca podrían haber realizado el camino de regreso. Bowers realizó el camino de vuelta con la tienda atada a su persona.
Pingüino emperador
"Foto: © Samuel Blanc / http://www.sblanc.com/"

Los huevos que llevaron sanos y salvos, desgraciadamente, no fueron muy útiles, pues para cuando fueron analizados la teoría sobre la que trabajaba el desaparecido Wilson ya había sido desechada. Por su parte, los dos huevos rotos abandonados en el cabo Crozier, sin embargo, fueron de muchísima utilidad años después como controles en un estudio sobre la presencia de DDT en la Antártica.

Llegados a este punto, el lector se preguntará dónde está mi relación con esta expedición. No, no soy hijo natural de Cherry-Garrard. La razón es la siguiente:
El lagópodo escocés (Lagopus lagopus scoticus; red grouse en inglés) es un ave galliforme de la familia de los tetraónidos, que incluye al urogallo y la perdiz nival, entre otros.

Lagópodo escocés.

Este ave es famosa en el mundo de la ecología porque sus poblaciones sufren ciclos temporales que las lleva en cuatro años de ser extremadamente abundantes a muy escasas, aunque esto varía mucho entre áreas (incluso hay zonas donde no sufren ciclos).



Ciclos anuales del lagópodo escocés en ciertas áreas.



Wilson, eminente zoólogo de su tiempo, fue nombrado en 1905 responsable de la “Grouse Disease Inquiry” y fue él el que descubrió que el causante de la enfermedad del lagópodo la causaba un pequeño verme cecal, el Trichostrongylus tenuis, que paralizaba el tránsito intestinal, matando al ave.
Desde entonces se ha avanzado mucho en la comprensión de cómo se originan los ciclos de abundancia del lagópodo. Existen dos factores (cada uno de ellos defendido a ultranza por una escuela científica) que actualmente se sabe que interactúan para crear estos ciclos: el efecto de los parásitos en la productividad (número de pollos) y la agresividad territorial de los machos. Los años que hay muchos lagópodos, se aumenta la transmisión de parásitos con lo que los años siguientes se produce mayor mortalidad. Pero también aumenta el número de machos y sus disputas territoriales. Tanto las disputas de los machos como altas tasa de parasitación reducen el reclutamiento. Cómo interactúan exactamente sigue siendo objeto de estudio. Por ejemplo, se sabe que altos niveles de testosterona incrementan la intensidad de parasitación un año después, quizá inmunosuprimiendo al ave o quizá alterando su comportamiento y exponiéndola más a ser parasitada. No me extenderé más pues la entrada ya es suficientemente larga.
Perro adiestrado para el censo de lagópodos.

Llegamos aquí a mi lejana relación con Wilson y la Antártica, pues estuve contratado durante 3 meses como field assisstant por un grupo de investigación escocés, capturando y desparasitando experimentalmente lagópodos, censando adultos, nidos y pollos con perros adiestrados y realizando radio-tracking.
Lagópodo capturado, desparasitado y radiomarcado.

No sufrí las condiciones de “El peor viaje del mundo”, pero trabajar de noche (cuando se capturaban los lagópodos) en el invierno escocés tampoco fue moco de pavo.
Información tomada de:
-Cherry-Garrard, Apsley. El peor viaje del mundo. Ediciones B. ISBN 978849678900
-“Edward Wilson of the Antartic”. http://www.edwardawilson.com/
-http://en.wikipedia.org/wiki/Apsley_Cherry-Garrard

Imágenes tomadas de:
-http://en.wikipedia.org/wiki/Emperor_Penguin. El autor original de esta foto es Samuel Blanc.
-http://www.gtc.org.uk

(Excepto las de lagópodos, que son propias).

jueves, 24 de julio de 2008

Voluntarios para trabajo de campo este verano

Un compañero bióloco de la Estación Biológica de Doñana busca voluntarios para este verano. El aprendizaje está asegurado, ¡pero el trabajo duro también!:

Se busca uno o dos candidatos/as para colaborar en el trabajo de campo durante los meses de agosto, septiembre y posiblemente octubre de 2008.

Las actividades a desarrollar forman parte del proyecto titulado: ESTUDIO BÁSICO DEL SEGUIMIENTO DE LAS MEDIDAS COMPENSATORIAS POR LA CONSTRUCCIÓN DE LA PRESA DE LA BREÑA II EN RELACION A LA POTENCIACIÓN DE LAS POBLACIONES DE CONEJO, que la Estación Biológica de Doñana desarrolla en el Parque Natural de Hornachuelos (Córdoba).

Los voluntarios/as aprenderán y desarrollarán técnicas muy diversas, desde radio-seguimiento, metodología de censos de conejos y carnívoros, captura y manejo de animales, así como la toma y procesado de muestras biológicas.
El proyecto costeará todos los gastos que implique el trabajo (seguro, transporte, alojamiento en la zona de estudio, manutención, etc.). El alojamiento está situado en el pueblo de Almodóvar del Río (Córdoba), se trata de un chalet que cuenta con 3 dormitorios amplios, un salón, cocina, baño y una piscina
[Nota: cómo cambian los tiempos...].

Foto: Vivar artificial en una actuación similar en Melonares (Sierra Norte de Sevilla).

Las personas interesadas (técnicos, licenciados o estudiantes de últimos cursos de carrera), que escriban un correo electrónico a c.rouco@ebd.csic.es o smoreno@ebd.csic.es.
También aprovecho el correo para anunciar la próxima convocatoria de un contrato por obras y servicios de “Ayudante de investigación”, con cargo al mismo proyecto. El contratado desempeñará las mismas actividades comentadas con anterioridad. Este contrato, comprenderá como mínimo desde aproximadamente octubre de 2008 hasta junio de 2009.
Los interesados pueden enviar su C.V. a las direcciones de correo electrónico indicadas.

Carlos ROUCO ZUFIAURRE y Sacramento Moreno
Estación Biológica de Doñana, CSIC

lunes, 7 de julio de 2008

¿Problemas con la taxonomía?



El de más arriba dice:
"Gato encontrado- blanco + gris oscuro- macho, sin collar- no muy amistoso, creo que podría estar asustado- tampoco está acostumbrado a no hacer sus necesidades en casa- etc."
Se trata de una zarigüeya...
El de más abajo dice:
"Encontrado gato. Negro con rayas blancas- Hola, he encontrado hoy un gato en el vivero- Es negro con rayas blancas a lo largo de la espalda- Parece un poco distante- No se lleva bien con niños- Aunque no lleva collar parece un gato casero porque ha venido sin dudar cuando he abierto una lata de comida para él- Creo que ha estado lejos de casa por un tiempo- Huele un poco mal, necesitaría un baño- etc."
En este caso se trata de una mofeta... (aunque podría ser una broma, aquí el anuncio original).
Vistos en Failblog.

miércoles, 25 de junio de 2008

Cíteme, si hace el favor

Hemos hablado anteriormente sobre las publicaciones científicas, y algún lector señaló en los comentarios a dicha entrada que en la revista International Journal of Cancer le había sugerido citar algún artículo reciente de esa misma revista "como es tradicional" (esto es una vil treta para aumentar artificialmente el factor de impacto de la revista).
También recientemente, en un comentario en el blog Bibliometría, un lector comentaba que
"International Jorunal of Clinical and Health Psychology [que es española] es de las que fuerza que cites artículos propios. Cada cierto tiempo, redactan artículos normativos, que determinan cómo ha de ser un artículo de investigación para ser aceptado por la revista. De este modo, cada artículo ha de citar necesariamente a ese artículo normativo. Cuando ven que esos artículos van a ‘expirar’, y para que cuenten en el JCR, publican una nueva versión".
Yo personalmente nunca me he visto en una así, pero recientemente un compañero y sin embargo amigo me rebotaba la siguiente joya de email que le había remitido el editor de una revista tras aceptarle un artículo con cambios menores, aunque dejando la puerta abierta a someterlo a una nueva revisión:
"We see publishing a paper in Biological Conservation as one of partnership; as such it is in everyone's interest to develop themes of research within the journal. Accordingly, I am asking you to carry out a search to identify any appropriate papers published within the journal in the last 5 years and cite them as appropriate, if you have not already done so".
Vamos, una sutil (?) forma de pedirte que cites artículos de la propia revista. Curiosamente hablan de los últimos 5 años (para el factor de impacto sólo afectan los últimos 2 años), aunque quizá sea una manera de ocultar sus aviesas intenciones...
Este mismo compañero me comentó asimismo que en otra revista le habían mandado ¡las pruebas de imprenta de un artículo todavía sin publicar! por "si le interesaba citarlo".
Más tretas utilizadas por los editores para incrementar el factor de impacto aquí.

jueves, 19 de junio de 2008

Ignorancia es...

Mostrador de facturación, compañía Spanair, aeropuerto de Barajas.
Me atiende un tipo.
-Voy a Palma.
-¿A qué Palma?
-Eeeh... a Palma de Mallorca...
El tipo hace un gesto como diciendo "esqueclaro".
-Bueno sí, podría ser La Palma, en Canarias -murmuro a modo de disculpa.
-Claro, podría ser La Palma de Gran Canaria...
Y se queda tan ancho.

jueves, 5 de junio de 2008

Una de fototrampeo

Hoy vamos con una batallita campera, y un tanto escatológica. Es lo que tiene el rastreo.
Iba yo tan ricamente salseando por un soto en Polonia, cuando al acercarme a este tronco caído:
me encontré en él un par de cagarruteros como éste:
Estas cagarrutas no me recordaban a ningún carnívoro que yo hubiera visto. Por el tamaño sólo podían ser de zorro, especie que no trepa a los árboles para hacer sus cosas. Podían ser de gato, pero eran demasiado grandes. Pensando en que había encontrado por la zona rastros de mapache, investigué que tipo de excrementos hacían, y tanto el tamaño como la forma, además del lugar, coincidían con lo que encontré descrito.

Así que me decidí a aclararlo de manera empírica, y qué mejor que una foto. Así que coloqué una rudimentaria cámara-trampa junto al tronco en cuestión. Consistía en una cámara de usar y tirar Kodak (doy la marca porque se lo merecen: días y días bajo lluvia y granizo y aguantaron como campeonas, y además el flash saltó más frecuentemente de lo que esperaba). El disparador estaba unida a un cebo (un trozo de pollo) por hilo de pescar. Quedó de esta guisa:

Y de todo el carrete, teniendo en cuenta que la tuve apenas una semana puesta y que en ocasiones la cámara no disparó o bien no saltó siempre el flash, conseguí sólo esta foto:

Abajo a la derecha hay un bichejo, os lo agrando aquí:
Lo que brilla a la izquierda es el trozo de pollo. Se destacan también el ojo del animal y las orejas, junto al cuello blanco. Vale, es una mierda, ya me lo dijeron bastante mis amigos. Creo que podría tratarse de una garduña. Sus excrementos no se corresponden con los que encontré pues son mucho más pequeños y no hacen letrinas.

Así que me dispuse a mejorar la técnica y coloqué la segunda cámara más baja y con el cebo más cerca, para que el animal no se saliera del encuadre. Hay que tener en cuenta que al no pasar el carrete automáticamente, sólo hacía una foto por noche.
Ah, y cuál no sería mi gozo al recoger las fotos reveladas y encontrarme conque mi ardid funcionó, mis sospechas fueron confirmadas y el amiguito invasor fue pillado in fraganti:


Y dos noches, al menos:

Y un día también vino el de siempre:

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