jueves, 30 de octubre de 2008

Así contesta un veterinario de fauna silvestre

Hecho verídico. Cenando ayer en el aeropuerto de Alicante:

-... Pues yo he tenido unos casos de sarna en conejo de monte.

-¡¡¡Joder, vaya suerte!!!

lunes, 27 de octubre de 2008

Lobo con Piel de Cordero


Cierto día, el Lobo con Piel de Cordero se acerca a ti amistoso, como es él, y te propone participar en determinado proyecto. Se muestra entusiasta, te convence. Las posibilidades son enormes; los objetivos, ambiciosos; el fin, nobilísimo. Una vez embarcado en el proyecto, el Lobo con Piel de Cordero siempre te recibe con una sonrisa. Se alegra por tus primeros logros. Tus problemas son los suyos. Después del duro trabajo compartís unas cañas. Llegas a creer que sois amigos.

Llegado cierto momento, suceden cosas de difícil explicación. El Lobo con Piel de Cordero acude a una importante reunión a la que tú deberías haber asistido, pero no te avisa de la misma. Más tarde, se muestra sorprendido, dolido, casi desolado. El creía que te avisarían los otros. Poco a poco suceden mas hechos paranormales (en sentido estricto: “que parecen normales”). Son minúsculos, indetectables, inapreciables a simple vista. Es mas, parecen malentendidos. Poco a poco te das cuenta de que el Lobo con Piel de Cordero siempre aparece como nexo común entre ellos. Te extrañas: no es el modo de actuar de un Cordero.

Y un día crees apreciar un colmillo reluciente cuando, como siempre, te recibe con una amplia sonrisa. Poco a poco descubres otros detalles asomando bajo la blanca lana del Cordero: un pelo gris aquí, una garra acá. Se adjudica competencias que no tiene. Toma decisiones sin consultarte. Se cuelga medallas que, si a ti te importasen, te corresponderían. Ideas cierta actuación: el día que se presenta en público, el Lobo con Piel de Cordero ni te nombra.

El Lobo con Piel de Cordero tiene algo también de Perro del Hortelano (que no come, ni deja comer). Cuando quieres hacer un trabajo trata de impedirlo, aduciendo peregrinas razones. Quizá ni él mismo sepa por qué le incomoda tu trabajo. El Lobo con Piel de Cordero convierte en auténtica Ciencia a la psicología. Sus razones son incomprensibles; su modo de actuar, inexplicable.

El Lobo con Piel de Cordero no hace mobbing. No se dirige a ti con desprecio, no te escribe emails amenazadores. El Lobo con Piel de Cordero es mucho más sutil. Así que no puedes comentar tus inquietudes con compañeros o colegas: te tomarían por paranoico o envidioso. Además, el Lobo con Piel de Cordero sabe venderse, y tiene amigos influyentes. No ganarías nada enfrentándote a él.

Un día dado vas de frente y hablas con el Lobo con Piel de Cordero: lo niega todo. Malentendidos, sin duda: “aquello tiene explicación; de aquello otro yo no estaba enterado”. Las lágrimas pugnan por saltar de sus ojos. Consigue que te retires pensando que podrías estar equivocado.

Llega el día en que, definitivamente, ya no albergas dudas sobre la lupina identidad que se esconde bajo la lana. Pese a que no le devuelves la sonrisa cuando os veis, pese a que rechazas sus invitaciones a cañas, el Lobo con Piel de Cordero sigue actuando como si pertenecieseis al mismo rebaño y como si funcionase el principio de que lo que es bueno para ti, es bueno para él.

Por suerte, el tiempo pone, aunque sea un poco, a cada uno en su sitio, y ya no eres el único que le ha visto las orejas al Lobo. Aunque el gran público siga viendo al Cordero, ya no estás solo frente al Lobo.

Llega el día en que tu trabajo llega a su fin. Cuando creías que tu capacidad de asombro había llegado a su límite, El Lobo con Piel de Cordero te invita a seguir en el proyecto: hay nuevas expectativas, mucho todavía por hacer. Devolviéndole su misma sonrisa iscariótica, declinas su invitación.

Y cuando han pasado agradables meses desde la última vez que tuviste que cruzar una palabra con el Lobo con Piel de Cordero, recibes desde la distancia un email. Te pide que le envíes un documento, y aprovecha para interesarte por ti y por desear que pronto toméis una caña juntos. Casi al mismo tiempo, un ex-compañero te envía otro email que, por error, el Lobo con Piel de Cordero ha reenviado a quien no debía, donde se refiere a ti en términos no tan amistosos como en el emial que recibiste tú.

Y ese día explotas.




(El dibujo superior está sacado de aquí).

martes, 14 de octubre de 2008

8º Congreso de la EWDA

Del 2 al 5 de octubre se celebró en Croacia la... La EWDA es la sección europea de la WDA
Que es la sociedad americana para el estudio de las enfermedades de fauna silvestre.
El congreso, que se celebra cada dos años, tuvo lugar esta vez en el pueblo de Rovinj. Este fue el principal problema, que llegar a dicho pueblo nos costó a los congresistas zeus y ayuda. Todos tuvimos que perder dos días (uno de ida y otro de vuelta) para poder asistir, coger varios aviones, dormir en aeropuertos y/o alquilar coches en Italia, algo inaudito en la Europa de las comunicaciones. Como si el congreso hubiera sido en Antananaribo.
Por lo demás el pueblo era precioso, y sólo lo ocupábamos jubilados alemanes y nosostros:

En este congreso nos reencontramos cada 2 años los pocos especialistas europeos del tema. En total participaron 220 investigadores y gestores (cifra récord. Cuentan los ancianos del lugar que al primer congreso en París asistieron una docena). También participaron algunos colegas norteamericanos, australianos y un venezolano que pasaba por ahí (un saludo!):


Aunque parezcan simpáticos, no os confiéis: les encantan las vísceras y la sangre coagulada.

Como en cualquier otro congreso, se presentaron comunicaciones en forma de poster (n=101)...
(no es que no los lea nadie; es que la foto está tomada durante una charla)

... o en forma de comunicación oral:

(os evito fotos de casquería)

En general he de decir que, en contraposición con otros congresos donde la gente presenta lo que sea y con poco ánimo, las charlas fueron francamente interesantes. Los temas estrellas fueron los relativos a las enfermedades zoonóticas, esto es, las compartidas entre animales y seres humanos, y las compartidas por animales silvestres y domésticos, o por los tres grupos. Como ejemplo, la tuberculosis bovina y otras mycobacteriosis, el West Nile o la lengua azul, entre otras.
Desde mi punto de vista, poca investigación dirigida a la conservación de las propias especies silvestres, pero es que es difícil conseguir financiación para esto.
A parte de ello, se presentaron trabajos de toda índole: parasitología, toxicología, patología, epidemiología... y sobre toda clase de animales, desde aves a mamíferos o anfibios (lo que menos), y dentro de cada grupo la diversidad absoluta: ungulados, carnívoros, roedores, paseriformes alimentados en jardines británicos, palomas, cetáceos... ¡de todo!
Los títulos de todas las comunicaciones se pueden consultar aquí. Cuando cuelguen los resúmenes en internet daré aviso.
Las conclusiones: en primer lugar, que la visión de la prensa no se corresponde con la de los especialistas, como se pudo ver con la poca atención prestada a la gripe aviaria. Otras enfermedades de la fauna silvestre suponen un riesgo mucho mayor para la salud humana pero la prensa no les presta la misma atención sensacionalista.
En segundo lugar, que los veterinarios de fauna silvestre no sabemos vendernos. En nuestras manos están las enfermedades que potencialmente se pueden convertir en epidemia o pandemia. Somos la primera línea, por usar un término un tanto bélico. Muchísimas enfermedades infecciosas que afectan al ser humano, incluidas algunas como el SIDA o la peste, tuvieron, están teniendo o tendrán origen y/o reservorio en animales silvestres (evidentemente no es su culpa; nosotros invadimos su territorio y en el pecado tenemos nuestra penitencia). Sin embargo, nuestro gremio como tal no recibe el reconocimiento adecuado. No queremos melladas, pero sí financiación para prevenir, que siempre es mejor que curar, ¿no?

domingo, 12 de octubre de 2008

"Tú no vienes a cazar osos..."

Lunes pasado, medio dormido en el avión, leo el diario italiano La Reppublica y me encuentro con esta noticia:
Básicamente, un cazador había matado a un buscador de setas. Lo que me llena de asombro es la explicación del cazador: "había disparado el gatillo en dirección al follaje creyendo que lo que movía las hojas era un animal silvestre".
En otras palabras, que le daba igual el animal que fuese. Que a lo que se mueve se le dispara.
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