La tuberculosis bovina es una enfermedad infecciosa producida por la bacteria Mycobacterium bovis, que pertenece al grupo de Mycobacterium tuberculosis (el agente de la tuberculosis humana). Si bien el ganado bovino y caprino es su principal hospedador, M. bovis puede infectar a un amplio rango de mamíferos, incluyendo otros herbívoros domésticos y silvestres (ciervo, jabalí), carnívoros (los félidos son especialmente sensibles) e incluso al hombre (que no es muy susceptible).
Estudios recientes llevados a cabo por diversos grupos de investigación en España han puesto en evidencia la altísima prevalencia (eso es, una gran proporción de animales infectados) de esta enfermedad en ungulados silvestres (sobre todo ciervo, gamo y jabalí) del centro-sur peninsular. Un estudio a gran escala realizado en más de 2000 ciervos y jabalíes abatidos en 76 fincas de caza de dicha zona encontró que había fincas en las que el 100% de los jabalíes se hallaba infectado (con una prevalencia media del 42%). Respecto al ciervo, la prevalencia media fue del 14%, con alguna finca en la que la mitad de los ciervos estaban infectados.
Foto: Lesión por tuberculosis en ciervo; ganglio linfático con caseificación y necrosis.
Mucho se especuló respecto al origen de estas infecciones: los gestores cinegéticos lo achacaban al ganado bovino, que en muchas fincas comparte pastos y bebederos con los ungulados silvestres; los ganaderos, por su parte, echaban la culpa a ciervo y jabalí. Sin embargo, diversos y recientes trabajos han demostrado que M. bovis se mantiene en la fauna silvestre sin necesidad de participación de animales domésticos. El escenario más probable es que la infección fuera introducida en las fincas a través del ganado, pero actualmente la enfermedad es enzoótica (endémica) en los ungulados silvestres.
Foto: vaca y ciervos compartiendo un pasto
¿Por qué es tan frecuente esta enfermedad entre ciervos y jabalíes?
La caza mayor es un grandísimo negocio en algunas regiones españolas, especialmente en Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura. Para mantener la gran demanda de trofeos, las fincas de caza realizan intensísimas medidas de gestión para conseguir mantener densidades que el medio por sí mismo no soportaría. Estas medidas consisten, básicamente, en ofrecer alimentación y agua de manera suplementaria. Así se consiguen densidades de hasta 30 ciervos por hectárea. Estas densidades y, sobre todo, la agregación de los animales entorno a comederos y bebederos, facilita enormemente el la transmisión de la enfermedad.
Estos hechos son especialmente preocupantes por las siguientes razones:
i) hacen ineficaces las campañas de saneamiento ganadero (en las que los animales infectados son enviados a matadero) .
ii) suponen un riesgo para las personas. Aunque el ser humano no es especialmente susceptible a esta especie de Mycobacteria, se han encontrado casos en el que las cepas aisladas coinciden con las encontrados en ciervos y jabalíes. Se hallan especialmente expuestos al riesgo profesionales como veterinarios, guardas de caza o carniceros.
iii) aumenta cada día el número de casos de tuberculosis bovina en carnívoros silvestres que se alimentan de ungulados silvestres o comen su carroña, como zorros, tejones o, lo que es especialmente preocupante, linces. En la epidemiología de M. bovis en fauna silvestre se diferencian tres tipos de hospedadores: los de mantenimiento (persiste en ellos de manera horizontal sin necesidad de otra fuente de infección), los de dispersión (sufre y dispersa la infección, pero raramente la mantiene sin un hospedador de mantenimiento en el mismo hábitat), y los finales (sufre la infección pero no es relevante como transmisor). En la península Ibérica, los hospedadores de mantenimiento serían los cérvidos y el jabalí (sobre todo este último, pues parece especialmente resistente a la enfermedad); el lince sería un hospedador final. Se ha constatado la muerte de varios linces por esta enfermedad (aunque de ello no se hable en prensa como en el caso de los atropellos) y muchos otros podrían haber muerto sin que se haya encontrado su cadáver. Se debe tener en cuenta que el hecho de encontrar un lince atropellado es más fácil que encontrar un animal muerto por cualquier otra causa; el estar a pie de carretera lo hace más detectable, por lo que no se puede afirmar, como se hace, que los atropellos sean la principal causa de mortalidad.
Y sí, el lince se alimenta sobre todo de conejos y come poco ungulado, pero no es menos cierto que se dan casos de tuberculosis bovina, así que se debería determinar cómo la adquiere.
Foto: restos de montería tras el despiece de los animales. Como la mayoría de las fincas carece de incineradora, este mondongo suele dejarse a la intemperie, accesible para los carroñeros.
¿Qué se puede hacer al respecto?
La solución sería relativamente sencilla, pero inabordable en la práctica: reducir las densidades de ciervos y jabalíes hasta números naturales. No me extenderé más pues entraríamos en materia socio-económico-política (política porque muchos ministros, senadores, directores generales y políticos de toda índole y tendencia política, acuden invitados a cazar a las monterías donde Mycobacterium bovis campa a sus anchas).
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