miércoles, 9 de enero de 2008

De perdices suicidas

Durante un estudio relativo a la ecología y las enfermedades de la perdiz roja que llevamos a cabo en Medina Sidonia (Cádiz) entre 2000 y 2001, colocamos, como es frecuente en este tipo de estudios, emisores de radio-seguimiento (radio-tracking) a numerosas perdices silvestres con el fin de estudiar sus movimientos, uso del espacio, alimentación, tasas de supervivencia, etc. Para ello, las localizábamos por la noche con focos halógenos y las capturábamos con grandes redes. El emisor es un pequeño dispositivo que se les coloca a las perdices a modo de collar alrededor del cuello.
Desgraciadamente, observamos que una parte de ellas murieron a las pocas horas tras su liberación. La causa de su muerte se debió en unos casos a la enfermedad conocida como miopatía de captura; en otros, a heridas causadas por las propias perdices al intentar quitar su emisor; y en algunos casos, a ambos hechos.

Radio-localizando a una perdiz.


La miopatía por esfuerzo (exertional myopathy en inglés) es una enfermedad que puede ser mortal, que puede darse en condiciones naturales debida a un sobreesfuerzo de un animal, por ejemplo al intentar evitar ser cazado por un predador. Aunque no se conoce bien su patogenia, básicamente consiste en una acidosis metabólica debida a elevados niveles de ácido láctico producidos por la glicolisis anaeróbica por una actividad muscular intensa. Existen factores predisponertes como una temperatura ambiental alta, factores genéticos o posibles deficiencias en selenio o vitamina E. La miopatía de captura, por su parte, se produce cuando la causa de este cuadro se debe a actuaciones humanas, por ejemplo la colocación de radioemisores como en nuestro caso, pero también durante el transporte de animales silvestres. No siempre se produce, y no está muy claro a que se debe. Ciertas especies, como el corzo, son muy susceptibles de padecerla.

Por su parte, nunca se había reportado en la literatura un caso de “suicidio” como el que nosotros observamos. Las perdices, una vez liberadas, intentaban desesperadamente quitarse el collar con sus patas. Estos movimientos tan bruscos les producían, por un lado, las lesiones de miopatía (confirmadas por estudios histológicos y por bioquímica sanguínea), y por otro, heridas como la de la siguiente imagen, en algunos casos mortales.


Imagen: sección de la piel, carótida y tráquea en una de las perdices "suicidas".


Además de algunas observaciones directas, se encontraron bajo las uñas de las patas de todas las perdices afectadas restos de plumas o sangre, derivado de los intentos de quitarse el collar.
El factor más importante que pareció encontrarse relacionado con la aparición de estos síntomas fue la edad, pues sólo perdices juveniles (entre 10 semanas y un año) presentaron estas lesiones (14 de 46), mientras que ninguna de las 48 perdices adultas (> 1 año) sufrió ningún problema (las cuales se aparearon, pusieron sus huevos y sacaron adelante a los pollitos con el emisor puesto).
Existen bastantes trabajos que ponen en evidencia consecuencias negativas a la colocación de radio-emisores en los animales silvestres, como comportamientos anormales, lesiones asociadas al emisor, o que hace a los animales más conspicuos (o sea, que se les ve más) y por tanto más visibles para un predador.
La comunicación de casos adversos resulta muy importante en estudios experimentales como el que realizamos. Por suerte, la perdiz roja presenta abundantes poblaciones en la península Ibérica, pero estos resultados pueden resultar útiles cuando se considere la posibilidad de radio-marcar otras especies amenazadas.

El artículo original, para el que le interese, es el siguiente:
Höfle, U., Millán, J., Gortázar, C., Buenestado, P., Marco, I., and Villafuerte, R. 2004. Self-injury and myopathy in live-trapped red-legged partridges. Wildlife Society Bulletin 32: 344-350.

Me lo podéis solicitar en alimanasyvermes@gmail.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero muchachoooooo....
¿qué haces sin guantes?
Como te vea algun veterinarioooo

J

syngamus dijo...

Juas juas, estuviste ahí al quite.
En este caso, como era una relación casi de amor, ponerse guantes hubiese sido como ponerse condón...
Por cierto, si debo reconocerte por la firma, me temo que no lo he hecho...

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