jueves, 10 de enero de 2008

¡Mardito roedore!

Debido a ser conocido en el entorno de uno como “al que le gustan los bichos” o incluso como “el ecologista”, sirvo de paño de lágrimas o buzón de quejas a una serie de personas disgustadas por las actuaciones dirigidas a proteger a determinada especie silvestre. Mi tío, ingeniero de caminos de una importante constructora, sonreía ufano cuando de uvas a peras nos veíamos y antes de decirme “hola” ya estaba quejándose con sorna de tener que hacer pasos de faunas en sus imponentes autopistas. Mi tía sevillana aprovechaba cada visita mía para despotricar sobre la paralización de la restauración de cierta iglesia de la ciudad porque los cernícalos estaban criando. Mis amigos culipardos me lloriquearon durante años por la paralización de las obras del aeropuerto ciudadrealeño, para el cual habían escogido una zona de especial protección para las aves. Y, recientemente, me sucedió algo similar al ir a pasar las navidades a la bonita ciudad de Lublin, al este de Polonia. Allí, escuché impertérrito cómo las obras de ampliación del aeródromo de la ciudad, al que querían convertir en aeropuerto como dios manda, han estado paralizadas durante años pues junto a él existe la más importante colonia en Europa de cierta especie que, debido a las diferencias entre los idiomas, yo no llegaba a entender cuál era (por cierto, al final van a construir un nuevo aeropuerto en otra zona. Hay que ver estos bichos que siempre tienen que vivir donde se propicia una construcción…).
Lo bueno de ser un poco ignorante es que siempre puedes aprender algo nuevo. Me repetían que el animal se llamaba “suseł” en polaco, y que dormía durante el invierno. En seguida vino a mi mente el oso (evidentemente no se trataba de este bicho, pues conozco más o menos su área de distribución en Polonia, y además parecía que se trataba de un roedor; aunque claro, los profanos se lían con las taxonomías). También pensé en las marmotas y los lirones, pero no se trataba de ninguno de ellos. Al final, gracias a internet (no teníamos a mano ninguna otra fuente de información), llegué a la conclusión de que se trataba de una especie de ardilla terrestre. Yo sólo conocía de su existencia en Norte América (posiblemente porque es de donde viene el 95% de los documentales), pero resulta que en Europa tenemos unas cuantas especies: hasta cinco. Si bien tres de ellas sólo habitan más allá de Ucrania, las dos restantes se distribuyen por varios países del este de la UE. En concreto, el bichillo que tantos quebraderos a dado a los lublineses ha sido la ardilla terrestre moteada (Spermophilus suslicus). Es un bicho tan raro que no tiene foto en mi página de cabecera para estos casos, la European Mammals Assessment. Así que he hecho una cutre-foto a la guía de fauna polaca que me han regalado:
Sí que se puede leer en dicha página, en el apartado “Major threats”, lo siguiente:

It is threatened by the loss and fragmentation of appropriate habitats. Causes of habitat loss include expansion of agriculture and forestry, urbanisation, reclamation of wasteland and industrial development (Glowacinski et al. 2001, Piskorski 2005, Z. Glowacinski pers. comm. 2006). More than 50% of the remaining Polish population is threatened by the expansion of Lublin airport (A. Gondek pers. comm. 2006).

Su mapa de distribución es el siguiente:
No tengo nada personal en contra de los habitantes de Ucrania, Rusia y Bielorrusia, pero es evidente que sus gobiernos no se caracterizan por su defensa del medio ambiente. Así que la pequeña población polaca necesita ser, a mi entender, estrictamente protegida.

Como curiosidad, el nombre dado a su género (Spermophilus), significa “que le gusta el grano”. Seguro que algún malpensado ya le había buscado otro sentido…

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